Para empezar este año me gustaría hacer una valoración de dos estrenos que he podido ver durante el periodo de fiestas. Es cierto que para el mes de diciembre parecen reservarse los cines algunos de los títulos que en principio más van a funcionar a nivel familiar y comercial en general. Pero también lo es que afinando la búsqueda se puede encontrar, entre la efímera oferta de la cartelera, películas de corte mucho más personal y de gran calidad artística.
Dentro de un estilo más próximo a las primeras mencionadas, me acerqué a ver el otro día el estreno de Passengers. La última película de Jennifer Lawrence, la cual se desarrolla íntegramente dentro de una nave. Pero que nadie tema, en ningún momento siente uno algo parecido a una sensación de claustrofobia por el hecho de pasar ahí encerrado casi dos horas. Los protagonistas parecen sentirlo durante algún tiempo, pero… ¡que va!, la nave mola, hay un camarero-robot que pone whiskies todo el tiempo y el chico y la chica parecen acabar de salir de un concurso de modelos. Aunque él hace trampa, ya que elige a la más guapa de entre los no sé cuántos miles de pasajeros dormidos que lleva la navecita, en lo que parece ser uno de los dilemas morales que nos plantea el guión. Pero no nos engañemos, dudo que los guionistas tuviesen la intención de que nadie se plantease nada, sino más bien la de que en la sala se pase un rato agradable y se olvide un poco del día a día. Y eso en parte lo consigue.
Por otro lado, hace un par de semanas, tuve la suerte de ver lo que para mi es un claro ejemplo de cine de calidad. El que te deja pensando en la película que has visto horas e incluso días después de su visionado. Estoy hablando del segundo título dirigido por el diseñador Tom Ford: Animales nocturnos. La historia que nos presenta no transcurre en ninguna nave, de hecho hay muchas escenas rodadas en exteriores pero la culpabilidad y los conflictos morales de los protagonistas sí transmiten por momentos una abrumadora sensación de claustrofobia. La película nos cuenta la historia de una mujer infeliz en su actual matrimonio, al mismo tiempo nos cuenta la historia de cómo conoció y acabó casándose y abandonando a su primer marido; además vemos lo que éste sintió durante dicho proceso a través de la primera novela que escribe y que envía a la protagonista en una especie de elegante venganza. Tenemos pues tres líneas argumentales distintas en el tiempo e incluso en el plano realidad/ficción, pero todas ellas entrelazadas con maestría y sofisticación. A destacar: todo. Interpretaciones, fotografía, música…
En definitiva dos formas claramente diferenciadas de ver y entender el cine. A cada cual le gustará más una u otra, yo por mi parte tengo claro cual prefiero, sin embargo preferir no es excluir y siempre es bueno saber disfrutar de distintos sabores. Y por cierto no hay que olvidar que, para el anunciante en cine, siempre es una buena oportunidad poder escoger dirigirse a un público concreto o a uno más general.
Carlos Artero