No me gustan las comedias románticas y tampoco es que me suelan volver loco las películas españolas. Partiendo de esta premisa, ir al cine a ver un viernes por la noche Ocho apellidos vascos, una comedia romántica española, era un riesgo considerable de comenzar el fin de semana con mal pie. Pero afortunadamente se trata de una genial excepción que me hizo estar partiéndome de risa una hora y media entre chistes y gags relacionados con tópicos sobre vascos y andaluces.
Sin ningún tipo de pretensión, el film nos cuenta lo días que Rafa, un sevillano que se enamora de una vasca, Amaia, tras una noche de sexo fallido en su ciudad, pasa en el pueblo de Amaia intentando primero enamorarla y luego haciéndose pasar por su novio con el fin de contentar al padre de esta. El choque cultural entre ambos da pie a múltiples situaciones y enredos que suelen acabar como mínimo con una sonrisa en el rostro del espectador. Algo así como una mezcla entre Algo pasa con Mary y Bienvenidos al Norte y con unos actores en estado de gracia, especialmente los “seniors” (Karra Elejalde está sencillamente genial).
Tras las cámaras está un director que ya consiguió con El otro lado de la cama y su secuela hacer de las salas de cine un negocio rentable hace unos años. Y es que cuando el producto es bueno la publicidad que mejor funciona, el boca a boca, entra en juego y las recaudaciones se disparan.
En definitiva una película que hará pasar un buen rato de diversión casi a cualquiera con algo de sentido del humor y que nos deja el clásico mensaje de que el ser distinto se puede ver como algo especial y no como un problema.
Carlos Artero
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