“La Jaula” de Marcos Cabotá,
un film que atrapa
Una de las capacidades ya demostradas de Marcos Cabotá como cineasta, es su versatilidad y su capacidad de adaptarse a la naturaleza y modo de trabajar para los diversos proyectos.
En su filmografía, que crece firme y rápido, hay comedias, terror, documentales, historias dramáticas… y premios en festivales de cine. Se le ve cómodo abordando proyectos internacionales, rodar en tándem con compañeros o haciendo cuidadas obras personales, porque además, es un buen escritor -algo muy importante para ser considerado autor-. Los grandes nombres de la dirección en la historia del séptimo arte, los que dieron prestigio a los míticos estudios de Hollywood, hicieron precisamente eso: películas de encargo y films mas personales. Al final, un marino se hace navegando en mares distintos.
Y el mar precisamente, o un pequeño puerto, es el escenario del drama de LA JAULA.
No es la primera vez que Cabotá utiliza para sus películas, asuntos de la crónica histórica local; hechos acontecidos en su isla -de mayor o menor trascendencia-, que hubieran acabado por desaparecer en el sfumato de las hemerotecas. Kyoko -con Joan Bover -en el episodio que relaciona a John Lennon /Yoko Ono con Mallorca, y La jaula, sobre los terribles atentados de ETA en Mallorca.
Supongo que el público, espera ver en La jaula una narración cinematográfica, un docudrama o una representación fílmica de los hechos mas o menos sabidos. A este pre-juicio, contribuye un poster con barbudo (arquetipo del etarra) que ciertamente induce a ese camino. El acierto del Director mallorquín es justamente no andar por ahí. La película plantea cómo una tragedia exterior influye, a distintos niveles, en una comunidad pequeña enfrentada a un hecho con el que no está familiarizada y que solo conoce por los informativos.
El film retrata un luminoso puerto residencial, un clima mediterráneo, una quietud muy nuestra y eso hace que “la maldad bajo el sol” -parafraseando a Agatha Christie-, sorprenda a unos personajes desconcertados con sus propios demonios interiores a los que este hecho les acabará por hacer estallar.
En algunos momentos me ha hecho recordar la tensión de “El cuchillo en el agua” de Roman Polanski, especialmente en la magistral secuencia de la cena inicial, que pasa de una simpática cordialidad a una incómoda tensión al aparecer el “problema vasco”, y su cierre ambiguo e inconcluso.
Marcos Cabotá recoge la anormalidad que convierte a este atentado en algo distinto, ya que, durante un tiempo, todos (los criminales, las victimas invisibles, sus familiares, toda la población y los, en principio anónimos protagonistas), están encerrados conviviendo y persiguiéndose en la misma “jaula” (la isla), una cárcel que en cierta medida castiga a todos y podría visualizarse con los “filats” para cazadores: redes invisibles que atrapan a los pájaros que se mueven. Sin embargo hay otros que saben quedarse quietos esperando su momento. Pájaros ominosos, cargados de destino, como el caballo de Troya o el bosque de Birnam en Macbeth.Sin embargo, los protagonistas , aquí no son ni Helena de Esparta ni la ambiciosa Lady Macbeth y el protagonista, ve con este hecho alterada su propia cárcel interior.
<<El cerebro de un melancólico es una cárcel donde los humores se queman y se corrompen, donde el espíritu vaga solitario bajo una oscura luz saturnina, el inverso o el negativo de las moradas del castillo interior que exploraba santa Teresa de Jesús, que tanto sabía de melancolías. Al contrario del luminoso castillo de la santa (…) Las cárceles de la depresión son como un cristal negro y opaco que cubre las moradas grises, las murallas graníticas y las torres vanas que hay dentro de la cabeza del melancólico>>
Roger Bartra. Doctor en sociología por La Sorbona. Formado como etnólogo, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México.
Muy eficaces los actores y, como anécdota, celebro que haya rodado alguna escena en Los Establisments, lugar donde veraneo, en vez de hacerlo en Los Hamptons (NY)
La Jaula, es un ejemplo de cine sincero, valiente y contemporáneo que conecta con las emociones de cualquier espectador.
Jaime Roig de Diego
Escritor