EVOLUCIÓN DE LA EMPRESA
Pasemos seguidamente a analizar el desarrollo del negocio desde el punto de vista de la administración y sus cometidos.
Sabido es que en 1925 empecé solito y como es natural con pocas complicaciones. Con un libro de entradas y salidas y una caja de cartón para meter el dinero me bastaba. Las complicaciones nacían a medida que el negocio iba prosperando.
Cuando llegué de Buenos Aires compartí las tareas con mi hermano José, pero al estar empleado en el ayuntamiento, yo retenía un sueldo mayor que él puesto que debía vivir exclusivamente de dicho sueldo y luego repartiríamos los beneficios a partes iguales. A Jaimito le dábamos una pequeña gratificación puesto que él tenía también otro empleo.
En 1943 a mi regreso de Italia y una vez que Jaime se vio libre del servicio militar, la empresa tomó nuevo impulso y quedó constituída por los tres hermanos: Antonia, Jaime y yo, y como es lógico hubo que distribuir los cometidos.
Jaime desde pequeño demostró predilección por los números, casa que a mí no me gustaba, y pronto dejó las diapositivas para dedicarse exclusivamente a la administración de la empresa. Nunca más me preocupé por las cifras, no porque no lo considerase importante sino porque deposité mi confianza en Jaime, reconozco que tal vez demasiado, cosa que a menudo me ha reprochado por verse muchas veces obligado a tomar solo decisiones de tipo económico. No cabe duda que si la empresa hubiera ido a menos me hubiera tenido que preocupar pero como iba prosperando no tenía porque meterme en asunto administrativos.
Yo me incliné hacia las ventas y la dirección del estudio y laboratorio y Antonia se dedicaba a preparar los trabajos, coordinar los pedidos y ordenación de archivos de estudio y laboratorio.
Nuestro padre hasta su muerte colaboró en diversas labores además de efectuar la cobranza, cosa que luego pasó a hacer mi suegro, también hasta su muerte.
Los años pasan veloces y nuestros descendientes van creciendo.
Mi hijo Pepe que en la música se deparaba un brillante porvenir, pronto se interesó por la publicidad por considerarla un medio de vida menos aventurado que la música. Yo, aunque siento una gran pasión por la música y me ilusionara haber tenido un hijo músico, creo también más racional tener un continuador de la empresa que por tanto años ha constituido nuestro medio de vida y que como es obvio amo. Además ello podrá contribuir a dar un cierto sosiego a mi senectud.
Por tanto Pepe una vez terminada su carrera de piano y demás estudios que puede alternar con la práctica en casa, se matricula en la Escuela de Publicidad, imprescindible para ejercer la profesión.
Marisa, la hija de Antonia, se inclinó por el magisterio, pero una vez terminada la carrera y obtenido una plaza en Ibiza, prefirió vivir junto a la familia pidiendo la excedencia e incorporándose también al equipo. Ella tenía más vocación por el arte pero a veces las circunstancias nos obligan a torcer nuestros gustos. La publicidad en la prensa iba tomando gran incremento y se pudo al frente de esta sección que requería una persona interesada, con criterio y abnegación.
Mi hijo Pepe, concluidos todos los estudios, se incorporó plenamente en la empresa y como preparaba ya su boda y había que darle una independencia, a propuesta de Jaime dividimos la empresa en cuatro partes dando una participación a Pepe el cual se puso al frente de las ventas y coordinación del trabajo de los agentes.
Yo creí que Isabel la hija de Jaime, se dedicaría al negocio del electrodoméstico con sus padres, pero al final se inclinó por dedicar parte de su tiempo ayudando a Jaime en la administración del negocio de la publicidad.
Mi hija Isabel al terminar sus estudios se incorpora también a la empresa, prestando sus servicios donde haga falta pero siempre en la parte de oficinas.
La empresa había crecido mucho y ya no podía funcionar en la forma familiar que se había venido haciendo. Había que transformarla en sociedad, para ello se presentaban una serie de obstáculos que parecían insalvables. Muchas horas perdieron Jaime y sus hijos estudiando fórmulas pero al fin se consiguió tras laboriosas gestiones con los propietarios del local, transformar el negocio en sociedad limitada a principios de 1979 con lo cual quedan bien delimitadas nuestras partes y de nuestros herederos pues con la pérdida de Antonia todavía se habían complicado más las cosas.
Creo que de no haber tenido descendencia todos los hermanos, Jaime y yo a estas alturas nos habríamos quedado sólo con el asunto de los cines lo cual nos hubiera permitido reducir sensiblemente la plantilla de empleados y vivir con más tranquilidad, pero teniendo hijos metidos en el negocio que deberán bregar no había más remedio que continuar montados en este carrusel del que ya no podemos apearnos ahora.